domingo, 17 de febrero de 2013

El Jarro del Tesoro de Aliseda

Por Felipe Silgado Durán. Licenciado en Historia y promotor cultural del centro de interpretación.

“Jarrito tallado en vidrio de color verde, opaco, y con paredes muy gruesas, cuerpo abombado y cuello de forma acampanada, la boca es trilobulada y presenta inscripciones con jeroglíficos en la carena y en el cuello, en donde encontramos tres cartelas con inscripciones. Lleva asa.” Esta es la descripción ofrecida desde la página web del Museo Arqueológico Nacional pero cómo se nos antoja insuficiente pretendemos a partir esta entrada llevar a cabo una visión más en profundidad del objeto que nos aborda.

Jarro de Aliseda.
Fotografía del Museo Arqueológico Nacional.

DESCRIPCIÓN, ORIGEN Y FUNCIÓN.-

El color del vidrio es verde oscuro, midiendo 15 cm. de altura y 9 cm. de diámetro máximo. Su pie es un disco de 37 milímetros. En el cuerpo, las paredes alcanzan un espesor de un centímetro, pero este disminuye de forma gradual hasta llegar a la boca, área desde la cual parte el asa, que se ha perdido pero que se nos presenta dividida por un surco. En cuanto al origen, podemos suponer que si el jarro fue fabricado y decorado en Fenicia o Siria se destinaría al mercado de ultramar. Aunque Blanco Freijeiro entre otros le otorga la paternidad a los fenicios peninsulares establecidos en lo que fue el reino de Tartessos. En cuanto a la posible función también nos encontramos en un sinfín de dudas. Podría ser un jarro para realizar libaciones, para uso en rituales ceremoniales o cómo objeto para ofrendas. Hay muchos autores que defienden cada una de estas dos posturas, por ejemplo Almagro Gorbea lo relaciona con la última hipótesis a través del uso de vino y de los perfumes o S. Celestino Pérez que en “Fenicios e indígenas a través del Tesoro de Aliseda” avala la funcionalidad ritual-funeraria gracias a la presencia de los braseros.

Esquema del jarro según García y Bellido.

HISTORIOGRAFÍA.-

Cuando José Ramón Mélida se hace con el tesoro, de esta pieza sólo recibirá un fragmento, que es analizado dentro de la obra “Tesoro de Aliseda. Noticia y descripción de las joyas que le componen”, en la cual aprecia la forma ovoide del cuerpo y la toncoconidad del cuello. Además incide y valora especialmente las cartelas grabadas con inscripciones jeroglíficas, de las que una solo una está completa.


Según Antonio Blanco Freijeiro en “Orientalia. Estudios de objetos fenicios y orientalizantes en la Península”, los vasos peninsulares hallados hasta el momento poseen características análogas: cuerpo globular, cuello troncocónico y ligeras variantes en el perfil, boca y asa. Lo que lleva a Blanco Freijeiro a dividirlos en tres grupos. Nuestro jarro se encuadra dentro de los de la forma A: con boca trilobulada, asa partida en dos por un surco y con proporciones menos esbeltas que los otros grupos, guardando similitudes con el de Coca y el de Cruz del Negro. Para este autor el jarro “está tallado en vidrio y está tratado con una técnica impropia de esta sustancia” y que a través de dicha técnica podemos relacionarlos con otros tres ejemplares-reliquias del segundo mileno y comienzos del primero antes de Cristo: el fragmento del Museo Nacional de Atenas, el del Museo de Villa Giulia y el de la colección de Ray W. Smith.

Detalle del jarro de Aliseda.
Para J.Mª. Blazquez en “Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia en occidente”, es el jarro de mayor valor de los aparecidos, tanto por su calidad como por su material de fabricación. Remarca al igual que hará Freijeiro la rareza de la técnica empleada en su fabricación.

Y Martín Almagro-Gorbea en “El bronce final y el período orientalizante en Extremadura”, describe esta pieza cómo de forma piriforme, asemejándolo a los vasos de metal característicos de la metalistería fenicia. Entiende que su fabricación se llevó a cabo mediante el fundido a la cera, el tallado y el grabado. Y le otorga una procedencia asiria de influencia fenicia o más probablemente sirio, aunque no precisa el taller de procedencia.

Vista lateral del jarro de Aliseda.
DECORACIÓN JEROGLÍFICA.-

En cuanto a las inscripciones jeroglíficas, la primera cartela está coronada por plumas de avestruz, aunque faltan algunas de estas plumas y parte de la orla. Esta inscripción esta completa: “dd (mdw) in’Is.t. En el lado opuesto la cartela y las plumas están completas y la inscripción tiene el signo que hemos suplido en paréntesis al transcribir la anterior, de la cual es réplica: “dd:mdw in ‘Is.t” = “sentencia de Isis”. Hay una tercera inscripción sólo vista con microscopio y macrofotografía cuya transcripción es la siguiente: “n-sw bit nb (?) iry” = “Rey del Ato y Bajo Egipto nb iry”. Pero no se ha podido identificar con un faraón determinado.


Cartelas con jeroglíficos según Antonio Blanco Freijeiro.

José Ramón Mélida observa que en las inscripciones abundan los signos silábicos, los signos desfigurados e incompletos y la lectura no da sentido, aunque se adivina que es un texto religioso ya que habla de “consagración al dios, consagración agradable al dios”. Para este autor no es de origen egipcia, sino fenicia. Para Blanco Freijeiro tienen una finalidad decorativa y con estas inscripciones pretende imitarse un vaso egipcio. Los signos jeroglíficos están bien hechos y quién los grabó no los hizo de memoria aunque buscaba que las frases no fueran legibles. Su origen parece ser sirio-fenicio.

Detalle de los jeroglíficos. Martín Almagro-Gorbea.
A modo de conclusión podríamos establecer que aunque desconocemos tanto el origen concreto de la pieza, cómo el uso de esta o la finalidad que el autor de los jeroglíficos pretendía con ellos, nos encontramos ante un objeto de un valor histórico-artístico capital para el estudio del período histórico en el que se circunscribe, aspecto este corroborado por la exclusividad de la técnica utilizada en su fabricación y por la propia belleza de la pieza.

Jarro de Aliseda.
Fotografía del Museo Arqueológico Nacional.

BIBLIOGRAFÍA.-

  • Mélida y Alinari, J.R. “Tesoro de Aliseda. Noticias y descripción de las joyas que lo componen”. Madrid, 1921. 
  • Blanco Freijeiro A. “Orientalia. Estudio de objetos fenicios y orientalizantes de la Península”. Archivo Español de Arqueología, 29. Ed. CSIC. Madrid, 1956. 
  • Almagro Gorbea M. “El Tesoro de Aliseda. El Bronce Final y el Período Orientalizante en Extremadura”. Bibliotheca Praehistorica Hispana, XIV. Ed. CSIC- Universidad de Valencia. Madrid, 1977. 
  • Blázquez Martínez, J.M. “El jarro de La Aliseda (Cáceres)”. “Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia en Occidente”. Ed. Universidad de Salamanca. Salamanca. 1975. 
  • Celestino Pérez, S. y Salgado Carmona, J.A. “Fenicios e indígenas a través del Tesoro de Aliseda”. En J.J. Justel, B.E. Solans, J.P. Vita y J.A. Zamora (Eds.): “Las aguas primigenias. El Próximo Oriente como fuente de civilización. Actas del IV Congreso Español de Antiguo Oriente Próximo”. Ed. Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo. Zaragoza, 2007. 
  • Celestino Pérez, S. y Blanco Fernández, J.L. “La joyería en los orígenes de Extremadura: el espejo de los dioses”. Ed. Asamblea de Extremadura-IAM. Badajoz, 2006.



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